viernes, 28 de noviembre de 2008

Tears


El cielo brillaba en lo profundo de la noche, las nubes estaban ahí recordándoles como algunas veces no será posible ver la luna pero eso no quiere decir que no se encuentre resplandeciendo detrás de esas cortinas de humo y vapor que la cubren. Caminaba entre aquellos arboles, viendo como el polvo se levantaba cada vez que daba un paso. El crujir de las hojas secas tiradas en el suelo y su respiración tranquila. Su corazón se sentía excitado, expectante de que algo pronto pasaría pero aun si intento encontrar la respuesta para eso no llegaba a ninguna conclusión.
Una gota de agua cayó sobre su nuca y aquel aroma a lluvia comenzó a tomar partida en el ambiente. Llego a su casa y siguió la rutina que siempre tenia. Colgó las llaves detrás de la puerta, dejo su maletín a un lado del perchero, se quito su chaqueta y la dejo arriba de la cama y entonces se tiro sobre ella y desesperada se llevo las manos a los ojos.


¿Por qué no puedo…por que demonios simplemente no salen? – Se dijo desesperada mientras continuaba presionando sus ojos con las manos


Volteó su cuerpo boca arriba viendo el techo y entonces volvió a ver aquellas imágenes, recordaba aquellas palabras que alguna vez le había dicho, aquellos momentos en los que le decía que era la persona mas importante en su vida, que quería estar con ella hasta el final de los tiempos, que no tenia miedo mientras estuviera a su lado, ya sabia que nunca la lastimaría con aquel amor tan pasional que le profesaba. Aquella vez que tomo su mano, ese otro momento donde se abrazaron sin importar nada mas debajo de las mantas que cubrían sus cuerpos entrelazando sus piernas mientras el calor de ambos se volvía parte del otro arrullándolos. Su mano al tocar su cuello trajo a su mente la misma sensación que sintió cuando un tierno beso había recibido antes de separarse.


Ahora solamente quedaban esos momentos anidados en su mente, en el único lugar donde siempre estarían lado a lado con un amor eterno destinado solo para ser observado por sus ojos.

¿Por qué no me dejan explotar todo lo que llevo guardando?


Encendió el televisor y las noticias anunciaban lo que ella no había querido aceptar. La noche anterior cuando le recibió una llamada de esa persona diciéndole que volvería con su verdadero amor ella se había repetido hasta el cansancio que sabía que eso ocurriría, que sabia que era lo mejor aun si nadie pudiera amarle como ella lo hacia. Aceptando su destino quiso continuar como si nada mas pasara, sin demostrarse ni siquiera lo mucho que la estaba destruyendo por dentro que esas cosas pasaran. Justo cuando comenzaba a creer de nuevo que la felicidad podría llegar a su vida esta se separo lejos de ella. Al final de cuentas la felicidad esta en ver a quien amas feliz, lo pensaba una y otra vez pero por alguna razón ahora cualquier tipo de palabras habían perdido sentido. Le vio en la televisión sonriendo, alegre de saber que podría estar junto a esa persona que tanto había añorado por meses tener cerca, aun por años. Y ella solo pudo mirar su expresión de felicidad, apagar el televisor y esperar a que esa imagen desapareciera de su mente.


Algunas veces hubiera deseado no haberle visto ni escuchado sus risas, sus palabras de amor que alguna vez fueron para ella. Su mente le jugaba trucos y no la dejaba salir de ese mundo de tormentosos recuerdos donde cada vez que quería avanzar las paginas del libro no hacia mas que regresar a las anteriores y rogar que eso fuera la continuación. Pero lamentablemente eso solo era el pasado de la historia, nunca el presente, mucho menos el final.


No puedo, simplemente no puedo…
no puedo perdonarte ni perdonarme…


Se dejo caer en el suelo y cruzo sus brazos sobre sus piernas, busco en su bolsillo y encontró ahí una foto de aquella persona. Y el dolor la invadió. Solo quería una cosa en ese momento de desesperación. Lagrimas. Poder dejar morir todo su pudor y sacar aquel sentimiento, aun si nadie pudiera verla actuar de ese modo, deseaba inconfundiblemente ser tan pequeña como aquellos que la rodeaban, dejarse caer y bañarse en aquellas lagrimas que la liberarían de todo aquel dolor. Pero estas no salían. Solo pudo seguir ahí, suspirando y esperando que pronto amaneciera.

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